Sobre la trapacería de la
interrógante; ¿existe o no una mente criminal?, y otros enemigos sociales.
Por: Enrique José
Velázquez Marrero
Algunos psiquiatras, psicólogos y sociólogos han creado
una hipótesis que impide el desarrollo de una cordura social. Me refiero al de la
"mente criminal". Como si se tratase de un concepto definido y natural. Una
mente criminal estría definida como incapaz de distinguir entre el bien y el mal. La
"predestinación" a que un ser dañe a su propia clase, a su propio grupo, a su
propia sociedad sin que este tuviera control de sus actos. Por lo tanto un ser con una
mente criminal que cometa actos dañinos, sin poder distinguir entre el bien y el mal no
es un criminal, sino un desentrenado social y no sería responsable de sus actos, sino la
sociedad que falló en su entrenamiento. El crimen, en todo caso, sería la indiferencia
de un hombre "cuerdo" para optar por lo que él mismo consideraría normalmente
racional.
Pero supongo que para hablar de una mente criminal, primero tendríamos que definir el
adjetivo "criminal". Crimen es el nombre que se le da a las actividades que
transgreden los intereses que estipula la ley. Ley que es escrita por un grupo de personas
en las que en la mayoría de los casos no le confiaríamos nuestro dinero, si no fuera
porque las leyes que ellos escriben nos obligan a hacerlo.
Para mi, Criminal, no es mas que un adjetivo muy ambiguo, que necesita de algo o alguien
que lo defina de caso en caso. Por ejemplo, en Singapur es un crimen mascar chicle, y ni
digamos de darse unas medallitas con los panas en Omán. En el peor de los casos, ¿es el
aborto un crimen?... Esto nos plantea ambigüedad al momento de definir esa línea
imaginaria que separa lo que es criminal y lo que no lo es.
El problema que ha llevado a estos encargados de la salud mental a refugiarse en eso de la
"mente criminal" es que los sistemas de correccionales del estado que los
contrata no han reformado ni reducido lo criminal, por lo que prefieren achacarle a la
condición natural de criminalidad sus propios fracasos.
Es mi opinión que en esta sociedad no existen las herramientas para establecer, fuera de
toda duda razonable, la existencia de la mente criminal. En todo caso es la sociedad la
demente, ya que condenamos los mismos crímenes que cometemos bajo el amparo de la
legalidad. Al mismo tiempo que condenamos a un Ted Bundy o un Toño Bicicleta,
colectivamente aprobamos acciones como los ataques nucleares a Japón, el bloqueo
económico a Cuba y la invasión a Panamá.
En todo caso la tan mentada mente criminal es una actitud antisocial fundamentada en los
prejuicios de una sociedad incapaz de trazar unas normas equilibradas de convivencia.
Donde se fuerza a los individuos socialmente despreciados a vivir juntos, lo que
desencadena en una visión colectiva de apatía y desquite contra quienes ellos entienden
los marginan.
La brutalidad policiaca, la no deseabilidad de estas personas en la competencia justa de
empleos con mejores condiciones, la marginalidad educacional, los decadentes o no
existentes servicios médicos, la arrogancia de interacción social con que se les trata,
la no imparcialidad judicial que viven y muchos otros métodos de indiferencia y desprecio
colectivo son tierra fértil para el tipo de conducta que quieren llamar mente criminal.
Esto nos conduce a un estado de decaimiento e histeria social que motiva a la creación
desesperada de leyes que se traducen en más condiciones desventajosas y represoras que
dan pie a más sentimientos de no pertenencia y sed de venganza...